sábado, 6 de abril de 2013



¿Literatura infantil?
No resulta fácil definir qué es la Literatura Infantil  sin apelar al recorte de un corpus, a un canon. Algo cambia y algo permanece. Algo se configura continuamente, es dinámico. Porque, para empezar, definir infancia es una aventura compleja. Cambia la perspectiva según los contextos y las miradas. Si pensamos que no hace mucho tiempo (para el tiempo que mide las edades de esta humanidad con escritura) ni siquiera existía la infancia. No había nombre para esa época de la vida, ni bienes culturales que le fueran destinados.
Pensar la infancia de un niño de los cerros de Jujuy no es lo mismo que pensar la de un niño de ciudad. Y en la ciudad la representación de infancia de un niño que habita los barrios de la pobreza no es la misma que la de un niño de clase acomodada. Digo, la representación que ellos mismos tienen de sí. A la que uno puede acercarse escuchando sus propios relatos. Cuando uno dice “niño” aparece de inmediato una representación genérica que excluye tantísimas otras zonas. Y lo que no conocemos, o no viene de inmediato a nuestro imaginario  cuando nombramos “niño”, existe. Y tal vez sea mayoría, mayoría dispersa por estos rumbos. Una mayoría en la que no nos detenemos los que formamos parte de la industria cultural. Y no estoy postulando la necesidad de literaturas infantiles para los distintos tipos de infancia. Solo me permito sospechar  la trampa en la que podemos caer cuando pensamos “lo infantil” como un genérico que se impone. Un estereotipo hecho de la evidencia empírica de los adultos que se relacionan con los chicos y producen objetos culturales destinados a ellos.
Entonces, la literatura. Pero ¿cómo pensar una literatura que efectivamente estará destinada a los niños sin pensar en ellos? ¿Y cómo pensar en ellos sin caer en estereotipos? Cada uno de nosotros conjetura una respuesta desde su ámbito. Porque cada quien pondrá el foco de acuerdo a su relación particular con el objeto que estamos interrogando. Los editores tendrán algo para decir, los creadores (escritores e ilustradores) los mediadores, los especialistas, los diseñadores de políticas de lectura del estado, los libreros… En fin, me parece que la respuesta será dinámica y polifónica. Y tendremos coincidencias y divergencias.
¿Ese libro es literatura? ¿Es infantil? ¿Para qué edad? ¿Les gustará? ¿Se venderá? ¿Trata sobre universos cercanos al niño de hoy? ¿Es dinámico, entretenido, actual? ¿Lo elijo? ¿Lo selecciono? ¿Lo publico?
 Y entonces los invito a leer:
Por tierras de pan llevar
Juan Farías
Miñón S. A. 1987

“A la abuela de Ismael la llamaban Loba y era una mujer despreciada. Gruñía más que hablaba y puede que estuviera loca. Las gentes de bien, por no verla, le azuzaban los perros o, a pedradas, la hacían correr por el camino de salir del pueblo.
La loba era el pecado de muchos. Hubo quien por ver en ella una trampa del Diablo, la roció con agua bendita y después quiso prenderle fuego.
También hubo quien, después de despreciarla y maldecirla delante de todos, salió en la noche a darle caza, que era fácil, que sólo había que cebar los cepos con vino y pan caliente.
La loba, en invierno, buscaba cobijo en las cuevas de la arcilla. Allí se encogía entre la paja y trapos, a frotarse las manos y cantar hechizos para que el frío no le doliese en la piel.
En los Mayos, la Loba bajaba a los borrachos solitarios y también a agazaparse entre los trigos, a espigar para luego comerlo crudo.
A veces  la olfateaban los perros o los gañanes de mala entraña y unos y otros iban por ella.
Algunos decían: “Pobre mujer”, pero muy pocos la dejaban arrimarse al fuego.

Un mes de Mayo, la Loba, embarazada de Dios sabe quién, parió una niña. Parió sola, sin nadie que le dijese cómo. Pasó Julián, vio y quiso ayudar, pero la Loba empezó a morir de mal parto.
“Muérete y descansa, mujer” dijo Julián y prometió cuidar de la niña.
 La Loba gruñó algo, o fue sólo un estertor. En seguida, su mirada dejó de ser la de un animal herido.
Julián allí mismo, cavó una tumba, cavó hondo por guardar bien y rezó lo que sabía bueno para ánimas.
Así nació la madre de Ismael.”

Y me quedo conmovida, encendida y atravesada por esta prosa que vaya a saber si hoy se publicaría, se vendería, (si no tuviera el nombre de Juan Farías en la portada) Si por estas latitudes encontraría lectores.
No sé. Ojalá sí. Yo solo me pregunto.
Y claro que lo recomiendo. Claro.

6 comentarios:

  1. y me quedo conmovida yo también...Y encendida de ganas de leerlo todito !! Gracias por recomendarlo, así, desde lo que debe ser: la literatura. Ella, definiéndose a sí misma, resplandeciendo, más allá de cualquier pregunta, pura respuesta.

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  2. Pues sí es que peliagudo el tema. Definir lo que es la literatura infantil es algo intentado por muchos, en distintos lugares y épocas y, efectivamente, si hay coincidencia en lo general, en lo particular hay disidencia; y ya se sabe que la literatura se hace precisamente a base de lo particular. Yo también lo he intentado en mi libro de ensayos "La literatura infantil: un oficio de centauros y sirenas" que publicó en 2001 Lugar Editorial (Buenos Aires). Lamentablemente, el libro está agotado. Seguramente en mi blog Elpajarolibro.blogspot.com he vuelto sobre ello;

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    1. Joel, de acuerdo con vos, eso de que la literatura reclama la posición de lo particular, ojalá se recordara más a menudo.
      Buscaré tu libro.
      Abrazo!!

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